La aparición de dilataciones anormales de una vena , sea de mayor o menor calibre, en las extremidades inferiores , supone, además de una alteración estética, el reflejo de que puede existir algún proceso interno que comporte un incremento del riesgo de problemas más o menos importantes (en función del vaso afectado): desde la aparición de manchas en la piel, incluso úlceras cutáneas, hasta complicaciones como flebitis, trombosis, etc.
Factores genéticos y constitucionales, un proceso involutivo fisiológico, y la concurrencia de algunas situaciones o enfermedades (embarazo, tabaquismo, bipedestación laboral, ingesta de anticonceptivos por vía oral, etc.) hacen que cualquier vena, pero fundamentalmente las de las extremidades inferiores (por el factor de la gravedad que incide en la bipedestación de los humanos), pueda llegar a dilatarse.
La esclerosis vascular, bien sea realizada por métodos, físicos, químicos, o en combinación, es el método de elección para el tratamiento cosmético ( sólo mejora la estética de la pierna, pero no soluciona el problema vascular de fondo ) de pequeñas varices de las extremidades inferiores . Si existen varices muy gruesas, o afectación de troncos venosos principales implicados o perforantes (comunicaciones entre los sistemas venoso superficial y profundo), lo cual no es infrecuente, cabe pensar, porque puede resultar necesario, en su tratamiento quirúrgico previo mediante flebectomía.
La exploración previa al tratamiento de cualquier tipo de varices puede mostrar la presencia de una insuficiencia venosa importante o enfermedad vascular que pu
diera requerir la participación previa del flebólogo o del cirujano vascular, sin la cual dicho tratamiento resultaría inútil.
En este sentido, es importante señalar que incluso ante la presencia de incipientes o pequeños signos de insuficiencia venosa será oportuno prescribir todo un conjunto de medidas higiénico-dietéticas (ejercicios, tipo de calzado, higiene postural, etc.) y/o farmacológicas, con carácter preventivo, que son esenciales para intentar evitar que el problema progrese.
Sus contraindicaciones más importantes son: cardiopatías; hepatopatías; nefropatías; hipertensión arterial descontrolada; diabetes; patología vascular superficial y/o embolias previas; coagulopatías y embarazo confirmado, posible o deseado; lactancia.
En todos los casos la esclerosis vascular consiste en la provocación de una reacción inflamatoria controlada en las paredes internas de la vena dilatada que va a determinar su obliteración. Dicho vaso, por tanto, al dejar de circular sangre por su interior en ese trayecto, va a fibrosarse y producir un proceso cicatricial secundario que implicará la desaparición de la variz como tal en un plazo variable pero aproximado a un mes. El sistema venoso admite esta desaparición de ciertos de sus trayectos más superficiales, ya que no se alcanzan los vasos profundos.
El tratamiento de la patología vascular superficial depende de la etiología, extensión y síntomas de la afección. La exploración ecográfica dúplex ofrece una evaluación precisa de la extensión de la enfermedad y, por lo tanto, permite la administración de una terapia más racional.
Para el área de patología vascular superficial superficial, localizada y levemente dolorosa que ocurre en una vena varicosa, el tratamiento con analgésicos leves, como la aspirina, y el uso de algún tipo de soporte elástico generalmente son suficientes. Se alienta a los pacientes a continuar con sus actividades diarias habituales. Si existen varicosidades extensas o si los síntomas persisten, puede estar indicada la flebectomía del segmento afectado.
La patología vascular superficial más grave, según lo indique el grado de dolor, el enrojecimiento y la extensión de la anomalía, debe tratarse con la elevación de la extremidad y la aplicación de compresas masivas, calientes y húmedas. La última medida parece ser más efectiva cuando se usa un apósito grande y voluminoso, que incluye una manta y láminas de plástico seguidas de botellas de agua caliente, teniendo cuidado de evitar quemar al paciente.
Los anticoagulantes generalmente no están indicados en la patología vascular superficial superficial, a menos que el proceso se extienda al sistema venoso profundo o que haya inflamación persistente en un área afectada.
En el caso de la trombosis de una hemorroide, la evacuación del trombo, aunque muy dolorosa, generalmente proporciona un alivio rápido. Las compresas de sulfato de magnesio también se pueden usar para aliviar la hinchazón y el dolor, aunque a veces es necesaria la cirugía para eliminar el coágulo de la hemorroide.
Las opciones de tratamiento incluyen cambios en el estilo de vida, varios medicamentos e intervenciones quirúrgicas. Sin embargo, es importante que un médico diagnostique correctamente la aterosclerosis para asegurarse de que las arterias vuelvan a su capacidad máxima.
Si la patología vascular superficial está asociada con una cánula o un catéter, el dispositivo debe retirarse y cultivarse inmediatamente. Si el paciente está en estado séptico, se deben administrar los antibióticos apropiados. Si se sospecha una patología vascular superficial supurativa, se indica la escisión inmediata y completa de todas las venas involucradas. La herida puede dejarse abierta para el cierre secundario o injerto de piel en una fecha posterior. El uso de antibióticos sistémicos apropiados siempre está indicado.
Si el proceso supurativo involucra una de las venas profundas, es necesario un tratamiento antimicrobiano y anticoagulante agresivo.
Si se sospecha que un segmento venoso involucrado en la patología vascular superficial superficial es una fuente de bacteriemia pero no requiere escisión, se puede aspirar para cultivar el contenido de la luz venosa. Esto puede ser útil en pacientes inmunocomprometidos con flebotrombosis y hemocultivos positivos.
Procedimientos para realizar la Esclerosis Vascular
Respecto al tratamiento propuesto cabe decir que antes de la inyección, la zona debe ser desinfectada a fondo usando un antiséptico local. Cada sesión dura entre 15 y 30 minutos. Después de cada sesión se aplica una crema en la zona tratada y además debe realizarse una importante compresión en la misma durante las primeras 48 horas. Esto se consigue colocando unas medias especiales que la paciente debe traer para cada nueva sesión. Según la extensión del proceso y el procedimiento escogido, el tratamiento se resuelve en una o varias sesiones; en este segundo caso, que es el más habitual, se suele realizar una sesión semanal cambiando de pierna, hasta completar el tratamiento.
No se debe volver a tratar una zona antes de 15 días.